En un momento en que las grandes ciudades se están adaptando al cambio climático, Bogotá, la capital de Colombia, parece ir a la zaga, con su red de transporte público en pañales. La ciudad del cuarto de hora, concepto urbanístico desarrollado por el franco-colombiano Carlos Moreno, parece una posible vía de adaptación.
Moverse por Bogotá es una carrera de obstáculos. Según el Índice de Tráfico TomTom, la ciudad será una de las más congestionadas del mundo en 2023. Los automovilistas perdieron una media de 117 horas en atascos en hora punta.
Mientras Medellín, la segunda ciudad del país, ha visto nacer una ambiciosa red de metro, Bogotá brilla por su ausencia. Durante décadas se ha prometido a la población la construcción de líneas de metro. Pero una serie de crisis políticas y económicas han dado al traste con todos los proyectos. En los años 2000, el alcalde Peñalosa prefirió incluso construir líneas de autobús, que estaban lejos de satisfacer las necesidades de desplazamiento de más de diez millones de habitantes. Es comprensible que la confianza en el transporte público esté por los suelos. Según la encuesta Bogotá Cómo Vamos, sólo el 35% de los ciudadanos tiene una opinión positiva del transporte público. Si pueden permitírselo, los residentes prefieren utilizar su coche o moto.
Estos kilómetros de atascos diarios, que contaminan la atmósfera de la ciudad, tienen también una causa más estructural. En Bogotá, la mayoría de los puestos de trabajo y los servicios se encuentran en el centro de la ciudad, mientras que la mayoría de la población, incluidos los más pobres, vive en el sureste. La capital es un buen ejemplo de las ciudades colombianas sometidas a enormes disparidades, que crean muchas vulnerabilidades. Existe una relación causal entre estas dificultades económicas y sociales y el escaso acceso a la movilidad.
«Con la ciudad de 15 minutos queremos reequilibrar las funciones sociales».
Es una observación cruda, pero hay formas de mejorar la movilidad en la ciudad. Podría tratarse de adoptar el modelo de ciudad de 15 minutos desarrollado por el franco-colombiano Carlos Moreno. La idea es ofrecer a cada habitante de la ciudad la posibilidad de estar a menor distancia de su trabajo, actividades y servicios básicos. «Con la ciudad de 15 minutos queremos reequilibrar las funciones sociales», explica Carlos Moreno.
Carolina Fernández es consultora de movilidad sostenible en Bogotá y también trabaja en el modelo de ciudad de 15 minutos. Para ella, el transporte público es una línea de igualdad: «Para mí, mejorar la movilidad en Bogotá pasa evidentemente por ofrecer más transporte, pero también tiene que estar bien adaptado a las necesidades de la sociedad». En su opinión, el teletrabajo también es un área que hay que desarrollar.
El concepto de ciudad de 15 minutos está en auge en Europa, pero representa otro reto en Colombia. «En Bogotá hay grandes distancias, por lo que queremos acercarlas para crear servicios locales», dice Carlos Moreno. «Este reequilibrio pasa por instalar servicios médicos, colegios y universidades en barrios populares», añade el urbanista.
«Hay que revisar toda la planificación urbanística de la ciudad».
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